
Opinión
Opinión
Carmen Parejo Rendón
Escritora y analista en distintos medios audiovisuales y escritos. Directora del medio digital
Revista La Comuna. Colaboradora en Hispan TV y Telesur. Enfocada en el estudio y análisis de
la realidad latinoamericana y de Asia Occidental.

La Unión Europea, que alguna vez coqueteó con la idea de "potencia", ha terminado convertida en una sucursal funcional de los intereses atlánticos, sin voluntad ni margen para disputar el rumbo de los acontecimientos.

Venezuela no solo es un país acosado por el imperialismo: es una trinchera ética, política y cultural en medio de un mundo que se desploma entre guerras, genocidios, fascismos reciclados y mercados que devoran pueblos.

La institución que antaño presumía de diplomacia ilustrada exhibe hoy, sin pudor, su metamorfosis en agencia integral de guerra híbrida y mercadeo electoral.

Europa aceptó las sanciones a Rusia sin pestañear, asumiendo inflación, desindustrialización y crisis energética. Se destruyó el tejido productivo alemán, se disparó el gasto militar y se recortaron derechos sociales. Pero cuando se planteó una guerra arancelaria con EE.UU., Bruselas pactó dócilmente.

Las urbes receptoras devienen parques temáticos que dejan al margen a sus habitantes.

El terror no llegó en patera: lo trajeron hordas organizadas en grupos de Telegram y amparadas por Vox, que justificaba la supuesta "autodefensa".

Entre ideólogos libertarios, celebridades de audiencia y halcones institucionales, se dibuja un triángulo de poder que, lejos de disipar la crisis de MAGA, la profundiza y muestra que tras bambalinas todo es ilusión.

Aquí el corrupto rota, el corruptor permanece: la "colaboración público-privada" convierte la ley en negocio recurrente y ningún gobierno toca a los dueños del país.

El país persa no es solo un escenario, es una trinchera de conflicto entre un orden en decadencia y otro que pugna por nacer.

Urge construir una nueva legalidad internacional: autónoma, eficaz y libre de servidumbre. Porque mientras las bombas matan, las palabras absuelven.

El 'sueño americano' ya no es una promesa; es una pesadilla con presupuesto militar.

A través de su propio modelo político, el gigante asiático acumuló poder productivo y financiero para construir un espacio propio de desarrollo.